Hoy traigo una reflexión en dos partes, una más personal y otra más política. Ambas seguramente configuran mi estilo y mis preocupaciones como profesional de la enseñanza. Vais a ver cómo me enciendo según voy escribiendo😅.
Al proceder de la enseñanza universitaria, tengo en consideración los cambios que debo de tener en cuenta en mi forma de enseñar, para poder transmitir valores y conocimientos a personas que se encuentran en una etapa distinta de su vida. Quienes me conozcan sabrán que concedo un gran valor a la educación superior, aunque piense, en ocasiones que la Academia no esté a la altura, sabiendo que yo estoy y formo parte de ella. Sin embargo, la educación en Secundaria tiene también algo especial.
Los adolescentes están pasando desde la niñez a su vida adulta y, por lo tanto, se encuentran en un constante cambio. Soy consciente de que mi práctica como docente, como educador y también como profesor (un término que si bien no es adecuado en este contexto, me encanta) puede afectar muchísimo a las personas que pasan por mí. Por ello, genera en mí un alto sentimiento de responsabilidad. Soy una persona como cualquier otra: a veces estoy más animado, otras menos, algunas veces triste y otras feliz. Sin embargo, siempre me ha preocupado poder tener herramientas para poder poner una barrera entre mi yo “Gaby” y mi otro yo “profesor”. Me gustaría que, más allá de los conocimientos sobre Geografía e Historia que puedan adquirir conmigo (sinceramente, en cualquier libro están mejor explicados que cualquier cosa que pueda yo decir), ayudar a mis alumnes a ser un poquito más felices y a ser un poquito más críticos. Todo ello para que puedan sobrevivir dentro del sistema, algunas veces pérfido, que es la sociedad humana. Las profesoras debemos ser un instrumento para dar a nuestros estudiantes esperanza. Esto significa transmitirles que pueden cambiar algo de su vida si ellos quieren (aunque sea de forma limitada) y que no están siempre condenados a vivir en una distopía “orwelliana”.
Me conozco, y sé que soy bastante testarudo. Seguramente voy a estar pendiente de legislaciones educativas, libros blancos, comunidades e instituciones educativas, el informe PISA o los famosos "pactos de estado". Es necesario conocer bien el ambiente donde estamos insertos, si no, no hay acción posible. Espero tener un perfil con ciertas cualidades de profesor realizador, burócrata... Por cierto, tengo un perfil de estilo de liderazgo docente bastante equilibrado, salvo por lo de desertor (es una referencia a un ejercicio que hemos hecho en clase).
Sin embargo, lo que más me tiene que guiar es conseguir que mis estudiantes vivan en un mundo con un poquito más de igualdad real, aunque sea utópico. Quiero un mundo en el que no se discrimine a nadie por su identidad de género, por su orientación sexual, por el color de su piel, por su lugar de procedencia, por su idioma, por su físico etc. Estoy convencido que me fijo más en este tipo de cuestiones que otras personas por ser una "interseccionalidad con patas". No obstante, también creo que una de las herramientas más potentes para hacer "ese mundo algo mejor" (optimismo pedagógico moderado) es la educación.
Sinceramente os digo: hoy no estoy preocupado por los resultados de España en el informe PISA. Estoy preocupado porque en los últimos días el fascismo está inundando nuestras calles (no me refiero a protestas legítimas, sino a verdadero fascismo). Necesitamos una educación que destierre el odio de nuestras sociedades. Si hoy fuera profesor de secundaria estaría preocupado por si mis estudiantes estuvieran insertos en los grupos neofascistas o que estuvieran cometiendo delitos de odio, fuera o dentro del centro. Hay gente joven defendiendo estas ideas, eso me da pena. Por cierto, como "maricón", me preocupa que estos FASCISTAS estarían muy contentos si las elecciones generales hubieran tenido "otros vencedores". Espero que algunos actores políticos tomen nota y que el conjunto de la sociedad cuidemos de nuestra democracia. Recuerdo, de nuevo, la canción de "Ojete Calor": hay cosas en la vida que no tienen término medio y el odio de estos grupos fascistas a colectivos como el LGTBI+, entre muchos otros, es más que evidente (y me quedo corto). Los que se pongan en fotos a su lado ¡Qué se lo hagan mirar!
Por lo tanto, creo que mi principal preocupación como educador es propiciar una sociedad más igualitaria, más respetuosa, con valores democráticos, capacidad crítica, en la que el fascismo, que en estos días está intentando asaltar las sedes del Partido Socialista, no tenga cabida.
¡La herramienta más importante para combatir el odio es la educación!
Como reflexión, dejo la canción "Por España" de Samantha Hudson. Muy representativa de la amenaza que el fascismo significa para el colectivo LGTBI y que no puede ser obviado ni por la comunidad educativa, ni por el conjunto de la sociedad:
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